Ella vive por y para el vino. No se considera sumiller, sino vendedora de vinos en bares. Lucía Araque, la anfitriona de este vinobar que es Caiño, llegó al mundo del vino por casualidad: pensaba en emprender una carrera biosanitaria pero la enología se cruzó en su camino.
Así que sí, nuestra taberneira del siglo XXI, como también le gusta presentarse, es graduada en enología, por lo que de vinos sabe un rato. Ha trabajado anteriormente en la bodega Bernabeleva, en Angelita, en El Marginal (CAIÑO ocupa el mismo local) y en Bistronómika.